Entre tanto karma explotado por las consideraciones del régimen, también debía ofrecerte la verdad.
No eras Dios. Entiéndase. Y sinceramente no tenía gran importancia que lo sepas ya qué nada cambiaría. Tu ego demostraría su sabiduría y lucharías con las mismas imperfecciones con las que Dios te asemejo a su creación.
Pero eras insoportable cada vez que continuabas sincronizando ideas conceptuales que ni siquiera comprendías del modo correcto.
¿ Eso te hacía creer entonces que en cierta forma, el espíritu fidedigno te atrapa y de la nada te convertías en Dios?. ¿Esa era entonces la suposición?.
Yo te pensaba humano. Te quería tanto que no fui egoísta en considerarte en esta tierra proclive y sin obstáculos. Aunque estuve cruel, al no enseñarte a vivir dentro de las entrañas de los océanos y que legitimaras otras apreciaciones de tu interioridad manifiesta.
Tu karma era insolente.
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