Una envidia incorregible. Aplicada en el tándem de prejuicios con la altivez de oposición de resultados. Justo ahí, cuando el sol se eclipsaba y aparecía el amor de su especulación y le negaba todo lo que lo quería y acaso ni el tedio suyo era honesto con su historia particular de insignificados.
Porque era envidiable que no restara poder frente a lo paupérrimo de sus deseos. Especie de ingratitud existencial. Ajetreada por la inconsistencia de sus captores de mente y afecto emocional perdido. Yo, el desgaste de la voluntad en el sistema.
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