Eras tímido ante el proceso de simulación del mundo. Eras tímido, pero al mismo tiempo evitabas la deconstrucción de cualquier yegua inasible, distante de las apreciaciones vertidas para enamorar a no se que, poder persuasivo, con las intenciones de desplegar a los ángeles sin sonrojarse en el afuera.
Una idea común, que envalentona a la justicia, pero que arrastra posibles silencios del atrevimiento.
Trato entonces de amarte, considerando tus implicancias pasionales del fuego sagrado no humano. Y a veces, ante la incomprensión del mundo.
Pero es cierto, son las drogas las que arrastran al mundo.
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