martes, 4 de marzo de 2014

My Dear President

No quería herirte por consideraciones que escapan de la realidad emocional de mi vida. Pero tengo que expresar agravios, ante la dificultad de negarte la autenticidad del amor.

Aunque omita y parezca doblegarte la mente. Cuando hablábamos del mundo y sólo retirábamos apreciaciones sesgadas, ante la sinceridad de los malos.

Pero quisiera verte, conformando el sentido de amarte. Con esos labios perplejos al desearte. Con la temeridad de los iracundos, que negocian conflictividades a son de derrotar regiones enteras de pobreza y marginación.

Y ahora comprendo tu improbable respeto hacia los débiles. Tu tesitura de vencer a los pájaros de la medianoche y la dulce inocencia de las niñas vendidas por motivos abstractos, a cualquier idea de dios.

Pero ignoro tu momento de legitimidad verídica del amor. Porque es incorrecto quererte, así de esta manera. El mundo no nace por altruismos históricos de permitirse llorar y reflexionar de lo irreparable. Nace de la humanidad. Y pretende de la humanidad, lo suyo.

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