lunes, 18 de mayo de 2015

El Robot Abstracto ya no reacciona

Mientras tanto yo me reía de la inconsistencia en algunos gestos de la oposición del cosmos. Sin distinguirme del resto y al no tener conciencia de las arbitrariedades, era casi lógico. Una risa descarada, obviando lo solemne y la respetuosidad de la sed. Un espía. Era eso, un espía cuando no me hacías caso y equivocabas decirme la verdad. Pero me reía.

Intentaba decirte que no era igual a un cuerpo muerto y olvidado por el paso del tiempo. Era un amor que latía de a momentos y no te explicaba si sincronizabas el error de los considerandos del Mundo. Daba voluntad al afecto retraído y se iba.


Yo no sabía para colmo, que ignorabas cosas, según la ideología vacía a la cuál pertenecías omitiéndola. Per se, tu corazón nunca moría de envidia.

Se dejaba lastimar y elucubraba al mejor de los tiempos.

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