viernes, 22 de mayo de 2015

Los Olímpicos de la Candelaria

Se puso heavy metal cuando avanzaba el mundo y el hijo de Dios no sincronizaba lo que todos esperaban. Y le planteaban cualquier consideración inoportuna. Le explicaban que Dios era para todos una creencia de siglos sin distinción de clases y que donde él vaya y estuviera, era necesario que acepte los mandatos de los mortales a fin de que su luz real y victoriosa apareciera. Dios reía y los admiraba. Si creían, de tal manera era lo correcto. 


Pero no comprendía las preguntas con doble intencionalidad. Quería enamorarse y no podía. Soltarse ante semejantes conceptos de la humanidad era desairado e imposible. La falta de oportunidades, la sociedad la comprendía a su antojo.


Y todo el malestar ocasionado por la resucitación de los muertos ya le producía falta de acontecimiento. Y no lloraba Dios. Hacia lluvia de paz y le mandaba apariciones sin sentido a los menos corpóreos. 


Para entonces ya era heavy la incredulidad de los amantes cuando las vírgenes no entendían de lo que rectificaba Dios; " No hice la naturaleza, para que la incautaran con la técnica del ángel caído". Eso no es Dios, sólo sincronizaciones sin falta ni tiempo.

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