miércoles, 9 de abril de 2014

La Desazón Especulativa

Era el tedio entonces lo que me impedía pensar de manera tajante, lo que en otras latitudes se denomina la incomprensión altanera de sí mismo.

Cómo si tuviera el corazón ultrajado por inventos hipnóticos de vértigo y el halo acuciante de la falta de razón de mi afecto.


Pero todo esto era sugerido por urticantes interpretaciones del mundo.


Que hablan de imponer mejora en el mundo pero no advierten de la falta de tenacidad de sus cuerpos.

Un cuerpo, que buscando enajenarse como objeto de culto, es agobiado y lastimado por la falta de sinceridad del amor de un submundo.


Que pidiendo clemencia porque su pasión no da cuenta de sí, es incluso, inabordable para seguir la secuencia de los que inventan sensaciones creíbles de amor, pero falsas, cuando se les exige la autenticidad de su existencia.


Era el tedio de las violencias futuras, las que arrollaban mi calma a instancias improductivas del ser. 


Entonces bajo la caparazón del mundo, escondía mi agua, mi deseo. A riesgo de inoperar el sentido. Un miedo a volar sin intromisión de parte.

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