Deja de llorar si no tienes las agallas suficientes para estremecer al amor y quedarte en el cielo fantasmagórico. Deja de llorar si los mandatos divinos no te sientan bien. Te come la virtud del hombre. Y detestabas al amor verdadero cuando venía y decía de los errores del pasado.
Yo era imberbe, denotativo de los ignorantes. Pero te seducía sin histeria.
Deja. Deja de llorar, ciencia.
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