Ahora recuerdo como me inspiraba tu mente. Una modalidad pétrea, caudillesca, pero no abstracta de pensar que el mundo cambiaría. Apenas un idilio.
Acaso tenías inocencia para desacreditarme y pedir al resto, un rastro de la intencionalidad sucumbida en el desierto. Era el momento.
Enamorarse de la posibilidad de algún altruista. Medianoche del anticristo. Medianoche para el placer. Cordura y limitación. Pasaje al olimpo de los ideales y nada.
De está manera, había establecido las reglas que conspiraban al tedio.
Swimming and true.
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