Otra vez era la ciencia la que me estipulaba que estaba equivocado. Y yo que me creía grande y desordenado. Aunque no iba a negarme mercantilisticamente hablando; en situación de ménage á trois de los seres de otra inteligencia.
Aún así, no tenia conciencia. Yo la amaba. La amaba pero no porque era buena o daba beneplácito a la idea de lo gótico en superficie abismal de mis dilucidaciones.
Y chuna me negaba la verdad. Me decía que estaba enamorado de Dios. Cualquiera. No podía aceptarlo. Hice alusión a los cambios orbitales de su mente y al hemisferio de su pasión. Incluso le argumentaba que no era suficiente amarse porque sí. Sí dios amara no sería virginal.
Le dí la roca oculta del ser y al no enterarse se agravio con mis consideraciones. Eso hizo que dudara de la resucitación y el perdón de los muertos migrantes de otras climatologías.
Yo, como todos los hombres de este mundo supuse que era mentira la ciencia que no demostraba. Y chuna tenía la nuclear. Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario