Era el hombre, qué iba y no aflojaba. Le daba calcé para que se enfiesten los dichos y croquetas de terceros. No quería resucitar a su ser querido porque había escuchado que lo hacían con maldad. Exactamente, lo que en cultura del desperdicio, se llama necesidad y bruta inoperancia.
Pero ellos se fueron. Rezaron y le dieron cabida a cualquier profundidad de los deseos de una hegemonía victoriosa. La mujer lo (nockeaba) en sabiduría. A lo conejito no quería. Le lastimaba el clítoris y aparte, la rosa de los vientos no le decía nada que le mueva el piso y era importante que lo haga.
Qué más le iba sugerir. Fuck me. Amor y platonismo sensible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario